miércoles, 10 de abril de 2013

CRÍTICA DE "EFECTOS SECUNDARIOS": ORO PARECE PLATA NO ES...


Cuando escuchamos un proyecto unido al nombre de Steven Soderbergh, podemos anticipar, con pocas probabilidades de equivocarnos, de que el título en cuestión no nos dejará indiferentes. "Traffic", "Erin Brockovich" u "Oceans Eleven" te pueden gustar más o menos, pero tienen algo en común, sales de la sala de cine satisfecho con lo que te acaban de vender. Con "Efectos Secundarios" vuelve a pasar lo mismo; Soderbergh no decepciona, ni mucho menos, pero sólo nos deja "bastante" conformes, ante una historia que prometía mucho pero que, debido a ese afán de meter giros argumentales para sorprender al espectador, nos desvía de la verdadera esencia de denuncia social que parecía impregnar el film. 

Cuando nuestro doctor nos prescribe un determinado fármaco, no podemos ni siquiera imaginar los entresijos que las empresas farmacéuticas tienen que urdir para que sea ese y no otro el producto que se nos recete. Soderbergh se centra en el mundo de la psicofarmacología, donde las luchas entre las grandes farmacéuticas son aún más encarnizadas y despiadas si cabe, llegando a utilizar a los pacientes como auténticas cobayas. Así, se nos presenta a Emily (Rooney Mara), una joven depresiva que, tras un supuesto intento de suicidio, comienza a ser tratada por un psiquiatra, el Dr. Banks (Jude Law), el cual confía plenamente en los antidepresivos para tratar a personas como Emily. Tras probar varios compuestos sin resultado, finalmente decide apostar por un producto experimental que, a parte de reportarle un gran beneficio económico, parece funcionar... ¿o no? Me quedo aquí en cuanto al argumento, porque no quiero desvelaros más de lo necesario, pero no esperad una trama simplona y lineal, aquí hay mucho más de lo que parece, aunque a veces no nos gusten los cambios.

Respecto al reparto, de notable Rooney Mara ("The Girl with the Dragon Tatoo", 2011), con una escalofriante interpretación, que refleja a la perfección la apatía y ausencia de Emily. Aunque, sin duda, Jude Law ("Anna Karenina", 2013) es el que tiene el personaje más atractivo. Comienza presentándonos a un Dr. Banks extremadamente confiado en su trabajo, capaz de convencer a sus pacientes de tomar cualquier cosa, con el simple hecho de soltar una coletilla del tipo: "Este medicamento va a hacer que te sientas mucho mejor..."; de ahí pasamos al declive, un hombre que ve como todo a su alrededor se derrumba como un castillo de naipes, pierde a su familia, su prestigio, su trabajo, a pesar de que cree haber actuado como correspondía; y, finalmente, lo mejor del desenlace del film... que no desvelaré porque os recomiendo que vayáis a verla. 

En conclusión, estupenda despedida cinematográfica de Steven Soderbergh, que según dice quiere inmiscuirse en otros ámbitos como el teatro o la televisión; de sobresaliente la primera mitad del film, que mantiene al espectador totalmente seducido por el transcurrir de los acontecimientos, la presentación de la trama principal y las tramas que le rodea; aunque, sin suponer un punto negativo en sí mismo, creo que Soderbergh se equivoca al enfocar la historia en la segunda mitad hacia otros derroteros más simples y menos atractivos, es mi opinión... Eso sí, en contraposición, el espectador disfruta de lo lindo con los giros argumentales que nos regala, y de la magnífica elección de los personajes "secundarios" (entre comillas, claro) como Channing Tatum o Catherine Zeta-Jones. Finalizo con la frase de la Dra. Siebert, que me ha llegado: "¿Quién puede anticipar las mentiras, el pasado o la tristeza?" 





Pilar M. Cuenca

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