Continuo en shock, si, he de admitirlo. Si ya habéis pasado por el cine a ver la última de Nolan, me entenderéis perfectamente. Una sensación de extrañeza me atrapó nada más salir del cine, consciente de la complejidad de los acontecimientos que nos había querido mostrar y la dificultad de que encaje todo en 169 minutos. A pesar de este primer sentimiento, no os engaño si también confieso que jamás había experimentado tal cúmulo de sensaciones en una sala de cine. Christopher Nolan es un genio, un artista capaz de manipular las sombras y la luz, de una manera magistral. INTERSTELLAR peca de querer abarcar demasiado, eso está claro, pero quizás es ese su gran contra y, a la vez, su gran pro. El espectador se siente tan pequeño frente a la inmensidad que Nolan está tejiendo ante sus ojos, que no puede dejar de sobrecogerse y maravillarse al mismo tiempo casi en cualquier instante del film. ¿Preparados? Agarraos, nos deslizamos por un agujero de gusano en 3... 2... 1...