jueves, 18 de febrero de 2016

LA GRAN APUESTA: "Fraude y estupidez"



Desde que en 2008 estallara la crisis que hoy día aún nos azota y es el mayor quebradero de cabeza de la mayoría de los ciudadanos de a pie, se han hecho varias películas sobre el tema, entre ellas a destacar en opinión de una servidora: "MARGIN CALL" (J. C. Chandor, 2011), "THE COMPANY MEN" (John Wells, 2010), "WALL STREET 2" (Oliver Stone, 2010), "ARBITRAGE" (Nicholas Jarecki, 2012) o, la más reciente y desvergonzada, "EL LOBO DE WALL STREET" (Martin Scorsese, 2013). Todas ellas analizan los momentos previos a que todo explotara y las consecuencias que se han derivado después a nivel mundial. "LA GRAN APUESTA" se mueve en la línea de otros largometrajes de la misma temática pero inyectando una dosis de responsabilidad al espectador, mostrándole que no sólo los bancos han sido los culpables de la situación en la que nos encontramos, sino todos aquellos que en un momento dado vieron la oportunidad de chupar del bote y no supieron/quisieron decir que no. ¿Qué un desempleado de Illinois me solicita un préstamo para una casa de 300.000 $?¿Por qué no? Casilla de "ocupación" en blanco, hipoteca subprime o basura, al mercado, y yo me llevo mi prima para el yate que quería...

El film de Adam McKay sigue los pasos de cuatro tipos que, al anticipar en 2007 el inminente desplome de la economía, intentan sacar partido apostando contra los grandes bancos y los bonos inmobiliarios en alza. Sin embargo, no prevén el encubrimiento de esta coyuntura por parte de todo lo que rodea la banca, incluidos el Gobierno y los medios de comunicación, poniéndolos contra las cuerdas. Christian Bale ("La gran estafa americana"), Brad Pitt ("Guerra Mundial Z"), Steve Carell ("Foxcatcher") y Ryan Gosling ("Gangster Squad"), encabezan el cartel aunque, cada uno en su papel y su trama. A destacar por un lado, Bale, que es dibujado como un visionario incomprendido, papel que clava a la perfección, incluso, diría que asusta lo bien que se mete en el papel... y, por otro lado, Steve Carell que, aunque no soy muy aficionada a este actor, nos premia en "LA GRAN APUESTA" con algunas de las mejores escenas de todo el film con su descaro y cinismo elevado al 200%.

Siempre en clave de un humor -cruel-, en ocasiones dirigiéndose directamente al espectador cuando lo cree necesario para aumentar el dramatismo de la escena o para explicar un hecho clave para la siguiente escena, McKay nos mete de lleno en este mundillo, mostrándonos la desconfianza latente entre todos los implicados ("¡Sólo dime cómo nos vas a joder!") y las profundas raíces de los acontecimientos que se sucedieron en los siguientes años. A sus protagonistas no los tacha de héroes en ningún momento, al revés, como también tratan de aprovecharse de la situación, provocan la repulsa del público, pero, cuando todo se destapa y consiguen alzarse con el preciado premio, la victoria resulta agridulce, al ser conscientes de que su éxito conlleva la ruina para su país y sus conciudadanos. Ejemplo claro es la escena en la que los jóvenes pupilos de Pitt celebran su triunfo y, un molesto Pitt, les hace ver "a qué precio"...

En conclusión, aunque no llega al nivel del título de Scorsese (las comparaciones son odiosas pero en este caso eran inevitables), "LA GRAN APUESTA" resulta necesaria -esa es la palabra- para tratar de comprender el germen de la crisis mundial que atravesamos. Cierto es que en ocasiones se extralimita con los tecnicismos propios del terreno de las finanzas o con la velocidad con la que da por sentadas ciertas "jugadas" que si no entiendes algo del tema difícilmente puedes captar pero, a cambio, nos ofrece escenas con pausas narrativas dirigidas a que el gran público pueda entender, de un modo fresco y divertido, qué son las subprime o los paquetes de referencia crediticia sintéticos. Merecida esa nominación al Oscar, aunque sigo apostando por Spotlight.


Pilar M. Cuenca


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