jueves, 6 de diciembre de 2012

EL JURADO (2003)


Es bien conocido por los aficionados al cine hollywoodiense, que cuando nos encontramos ante un thriller judicial, el espectáculo está servido. Testigos de última hora, intrigas palaciegas en torno a la elección del jurado, intrincadas maniobras por detrás para chantajear a jueces, un protesto tras otro cuando la tensión se encuentra en su punto álgido,... todo parece valer cuando se trata de administrar justicia en EEUU. No creáis que voy a comentaros las diferencias que existen entre el sistema judicial norteamericano y el nuestro, porque no va de eso el blog, sino que voy a analizar un film de esta temática, "RUNAWAY JURY", algo así como "El jurado se vende" o "Jurado en venta", que en España se tradujo simplemente como "EL JURADO" y que es fruto de la adaptación de una novela de John Grisham.



El film de Gary Fleder ("El coleccionista de amantes", 1997) refleja a la perfección el espectáculo mediático en el que se convierten los juicios con gran relevancia social en el país del Tío Sam. El argumento gira en torno a un litigio que enfrenta a una poderosa compañía armamentística y una viuda, la cual responsabiliza a esta empresa de la muerte de su marido. Aquí ya encontramos una gran diferencia con la novela, pues Grisham se centra en los problemas judiciales con una compañía de tabaco, tema que, sin embargo, ya se había desarrollado en la película "El Dilema" (1999) de Michel Mann y que, si recordáis, cuenta con Al Paccino y Russell Crowe entre su reparto. El film es una dura crítica contra la facilidad con la que en USA, basándose en la 2ª Enmienda de su Constitución, uno puede adquirir armas, y las consecuencias derivadas de ello en el caso de que caigan en manos no adecuadas. Cuántas veces hemos oído la noticia de matanzas en institutos, universidades o, la más reciente, en el cine de Aurora el pasado julio, por personas que, a pesar de su inestabilidad psicológica, habían tenido acceso a algo tan peligroso como un arma de fuego. En estos casos, surge la pregunta que supone el eje del argumento, ¿una compañía armamentística debería ser acusada como responsable subsidiaria (a parte del responsable) de una matanza como la que relata la película? Sin embargo, la crítica también engloba al propio sistema judicial norteamericano, demostrando la problemática que supone la institución del Jurado. Por un lado, es verdad que pretende acercar la justicia a los ciudadanos pero, al mismo tiempo, ello hace que sea fácilmente manipulable, como se demuestra en el film. ¿Es entonces adecuado que ciudadanos de a pie, sin conocimiento en leyes ni preparación específica al respecto, sea la responsable de, por ejemplo, decidir si una persona debe cumplir cadena perpetua o, si me apuras, ir a la silla eléctrica? 


Tal y como habéis podido apreciar, la temática es sencilla y clara, no reviste mayor complejidad, quizá más bien ética. Sin embargo, la gran clave del film está en sus personajes principales. Por un lado tenemos a una pareja, Nicholas Easter (John Cusack), el jurado nº 9, que parece verse inmerso en la situación por causa del azar y sin ningún interés manifiesto en ello (más bien al contrario); y su compinche desde fuera, Marlee (Rachel Weisz). Se trata de dos papeles ambiguos en un comienzo, que despistan al espectador sobre en que bando se sitúan, ¿serán buenos? ¿o se rigen únicamente por el interés monetario?. Fleder se afana intencionadamente en esconder los propósitos reales de estos personajes, utilizando ésto precisamente para mantenernos expectantes durante todo el film, e introduciendo, gracias a ello, aparentes giros argumentales que no tienen tanta importancia en realidad. En contraste, tenemos dos personajes bien definidos desde el principio: Wendall Rohr (Dustin Hoffman) el abogado de la acusación con sólidos principios y un sincero interés por el caso; y el asesor de la defensa para seleccionar al jurado, Rankin Fitch (Gene Hackman), un hombre sin escrúpulos que hará todo lo posible para conseguir su objetivo, pisoteando a quien se le ponga por delante. Ambos personajes se verán envueltos en el entramado tejido por Nicholas y Marlee, reaccionando de diferente forma ante lo que parece ser un chantaje con un único objetivo: dinero a cambio de un veredicto. Hay que decir que Cusack y Weisz interpretan a la perfección sus papeles, en especial Cusack mantiene muy naturalmente esa ambigüedad que anteriormente señalaba pero, es inevitable señalar, que el personaje de Hackman se come -no literalmente, eh- al resto del reparto. Por ello, la escena cumbre del film no es otra que el cara a cara entre Hackman y Hoffman en los baños del Tribunal, es de esos momentos que sabes que tienen que llegar y esperas durante todo el largometraje que se trate de una secuencia digna de recordar y, en este caso, así es.

En definitiva, "EL JURADO" cumple con creces la misión de entretener e intrigar al espectador durante toda la historia, saliéndose de los cánones típicos de cualquier thriller judicial. Un gran acierto el de su director, al mantener ocultas las intenciones reales de los personajes principales durante la mayor parte del film, alargando una introducción que para nada resulta pesada al espectador, sino al contrario. Quizá podríamos tachar de  inverosímiles algunas de las acciones del equipo de Hackman, pero ya sabemos que estos norteamericanos tienden  a exagerar, así que un par de escenas de acción no hacen mal al film. Muy recomendable si disfrutas de las películas que se desarrollan en las Cortes, aunque una vez que enseñan las cartas sus protagonistas, el film pierde fuelle.




Pilar

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